DESDE LA CURVA || ALGO SE PERDIÓ DE CAMINO AL HELIODORO.

Las comparaciones son odiosas pero muchas veces necesarias para mejorar, y no hay mejor comparación que la que hace uno consigo mismo. Lo que das y lo que puedas llegar a dar, lo que una vez diste y lo que estás dando ahora. No hay mejor espejo que la propia imagen. 

Si hay algo que me fastidiada reconocer es la incidencia que tiene una derrota ante el Tenerife en el equipo. Yo no le doy más importancia a los vecinos que le que se merecen, que no es otra que poca realmente, ya lo he comentado alguna vez aquí y en la radio. Pero cierto es que la temporada pasada, y en esta también, algo se perdió de camino al Heliodoro. 

La derrota en Tenerife la quisimos ver como algo accidental, una pájara, un día en que todo sale mal cuando no se tiene la actitud adecuada. Además, se reconocía mayoritariamente que el conjunto blanquiazul ganó el encuentro por coraje, empeño y actitud, pero nunca por ser mejor futbolísticamente. 

Pero ya en aquel encuentro se vieron destellos de lo que ahora acontece. La sobriedad y la seguridad de Lizoaín como portero titular se comenzó a resquebrajar en el derbi regional, de allí nacieron algunos rumores que ante el Sporting comenzaron a fraguar como una certeza que la titularidad de Casto en Sevilla los ha convertido en realidad. El efecto Simón, parece que ya no tiene onda expansiva más allá del Gran Canaria, su suplencia hoy, cuando es evidente que la irrupción de Culio ha atascado la elaboración del juego, se nota mucho, al desahogar continuamente el juego por el medio con sus incorporaciones al ataque. 

La titularidad del argentino ha traído consigo la caída en desgracia de Roque Mesa, un jugador que en el rotatorio con Vicente y Valerón, aportaba un perfil distinto al tercer centrocampista en los mejores partidos de esta temporada de la UD. Por otro lado, la inmerecida suplencia de Guzmán, relegado a un mero papel revulsivo en la principal competición, irrita cuando se comprueba que quien frena su proyección como titular es la sombra de un jugador que una vez fue capital, no hablo de otro que de Nauzet Alemán. 

Herrera tampoco parece el mismo desde aquel partido. Cuando el equipo jugaba casi de memoria realizó no sólo cambios de nombres sino también tácticos, del 4-3-3 al 4-5-1 pasando por el 4-2-3-1, en busca de algo que ya se tenía. Por el camino la UD ha perdido velocidad, verticalidad, capacidad de sorpresa aunque mantiene su seriedad táctica y sobriedad defensiva. La justificación que dio Herrera ante los micrófonos acerca de la titularidad de Casto ante el Betis, suenan tan vacías y carentes de fundamento que tampoco ayudan.

La UD de camino al Heliodoro perdió parte de su identidad, y trajo consigo inoculado el virus de la inseguridad. Ya va siendo hora de vacunarse, y la receta está dentro de la caseta, tan sólo hay que mirarse en el espejo de los cinco primeros encuentros. 

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