Pa' Miranda de Ebro: "No quieren"


Desde el viernes que salimos de Gran Canaria una parte de nosotros sabía que el equipillo no iba a cambiar la dinámica. Aunque es innegable que, la otra parte de uno, pensaba que en Miranda se iba, de una vez por todas, a dar un puñetazo sobre la mesa y demostrar que se quiere ascender. O por lo menos jugar la promoción.

Los desplazamientos amarillos siempre llevan alegria, fiesta y risas consigo. Es algo que los canarios llevamos dentro. Además, el objetivo del viaje es ver al equipo de tus amores, por lo que se va dispuesto a divertirse aunque el clima, los retrasos en los transportes y algún que otro contratiempo de última hora haga peligrar la continuidad de la expedición. Pero claro, ante todo está el partido, que es lo que uno va a ver.
Maleta antes de salir hacia el Aeropuerto de Gran Canaria
Llegar a Miranda de Ebro no fue tarea fácil. Después de un considerable retraso en el Aeropuerto de Gran Canaria, cogimos el vuelo con ganas. Llegamos a Madrid casi una hora más tarde de lo previsto, pero éso no bajó el ánimo de los que allí nos encontrábamos. Después de recorrer Barajas durante un rato, subimos a la guagua y pusimos rumbo a Miranda de Ebro. Eran las 19:30h y aún nos quedaban casi cuatro horas de carretera por delante... un suplicio.
Llegando a Burgos
Después de muchos cánticos, chistes, canciones y algún que otro sueñecito, paramos en un área de descanso para tomar algo. Eran las 21:00h aproximadamente y calculando lo que quedaba de carretera, llegaríamos a Miranda sobre las 23:00h. Nada estaría abierto y no podríamos disfrutar de un buen plato. Aprovechamos y, allí mismo, abusamos de la confianza del chófer, que nos sacó la que sería la primera foto de grupo.
En la guagua camino de Miranda de Ebro
Llegar a Miranda de Ebro fue como ver el cielo. Por fin una ducha y una cama. Aunque, claro está, entraríamos al pueblo armando bulla, para que supiesen que la afición amarilla había desembarcado. Y además, por si fuera poco, el equipillo se alojaba en el mismo hotel que nosotros. Más razón para entrar cantando y animando a nuestros jugadores.
Cantando y dando bombo en la entrada al Hotel
El día del partido se presentó tranquilo. El clima acompañaba y apetecía hacer un poco de turismo por el pueblo. A todo amarillo que iba por la calle, un mirandés se quedaba mirando o paraba para charlar e intercambiar opiniones sobre las diferencias en cuanto a clima, cultura o el partido. Los mirandeses nos acogieron con los brazos abiertos e hicieron que nos sintiésemos como uno más. Es de agradecer que a más de 2.000 kilómetros de la tierra natal se le trate a uno tan bien. No cesaron en elogios hacia nuestra gente, clima y club.
Yendo por una calle principal hacía Anduva
En cuanto nos desplazamos a Anduva (Campo Municipal de Miranda de Ebro) el pueblo salía a los balcones buscando el origen del guineo. Por supuesto, éramos nosotros. Cantamos y animamos sin parar hasta que llegamos al campo, donde nos esperaba una paella popular, cortesía de todos los socios (y para todos los socios) del CD Mirandés. Nos invitaron a comer y a intercambiar opiniones sobre el partido que estaba a punto de comenzar.




En cuanto al partido... poco se puede decir. Nos dejamos la garganta animando a nuestra Unión Deportiva (algunos no podemos hablar aún). Y aunque el resultado no fuese favorable, no fue éso lo que más impactó a los que allí nos encontrábamos. La actitud que mostraron, la poca concentración en el campo, el posterior deje... no se puede explicar.

Existe la filosofía de no focalizar las críticas en jugadores en concreto y que sea el montante de equipo y cuerpo técnico quiénes se lleven la crítica por el trabajo ejercido sobre el césped. Dicha filosofía es algo que no me agrada, y aunque es verdad que es una manera de no derrumbar la moral de un jugador (¡Perdimos por su culpa!), hay veces que es necesario poner de manifiesto quién fue el detonante en una cadena de desastre tras desastre.
Desarrollo del partido en Anduva
El penalty de Jeison es, sin duda alguna, el principio de un partido que desmerece la calidad y profesionalidad que estos jugadores (los nuestros) atesoran. Desde el principio se veía que Murillo no estaba fino. Se le notaba disperso, desconcentrado, en otro sitio. Algo poco habitual en el colombiano. Éso propició que hiciera un penalti de libro sobre Díaz de Cerio. Y que luego Muneta convirtiera el primer gol para los locales.  A partir de ahí, el desastre. A Jeison se le iba siempre el delantero, le ganaba la posición jugada sí y jugada también. Su cabeza no estaba en Anduva.

Según comenzó el partido, los jugadores del Mirandés estuvieron serios con su cometido, comprometidos con su objetivo. Entraban fuerte, nadie los movía de sus posiciones, corrían hasta que no podían más y tenían que parar para jadear. Nosotros pecamos de ingenuos. Puede que se pueda criticar la actuación arbitral, que no pitase las incesantes faltas a Thievy (como siempre), que no condenase las absurdas tiradas al piso de los locales (véase las caídas con Tato, por ejemplo), que no pitase los fueras de juego o que no sacase las amarillas que debía por lo "fuerte" que entraban al balón. Pero no es justificación para que, con la calidad que atesora nuestra plantilla, hubieran menos de diez tiros a puerta.

Si no hubiese sido por la espléndida actuación de Barbosa, quién sabe cuántos tantos hubieran anotados los rojinegros... ¿Por qué estamos sufriendo para colarnos en la promoción de ascenso? ¿Debemos conformarnos con quedar sextos y pelear con la Ponferradina hasta la última jornada? No soy conformista. No viene en mis genes. Tenemos un equipo capaz de estar ascendido a estas alturas. Ocasiones no nos han faltado, pero las tiramos todas a la vasija. No es justo que, pudiendo estar arriba con el Elche, desde algunos sectores se nos pida conformismo con una sexta plaza.

Después del partido salieron los jugadores derrotados por la situación. La cara de Murillo, un poema. Barbosa, enfadado con la actitud del equipo (recriminó a sus compañeros que diesen más de si en varias fases del encuentro). Thievy, igual que el argentino. Todos llevaban la decepción en sus caras. Sabían que podían haber asegurado la plaza, pero dejaron escapar otra oportunidad.

5683 personas presenciaron el choque y nos dejaron estampas como ésta:

A posteriori se pueden achacar mil cosas. Podía haber entrado Pando en vez de David González (estaba descartado), podía haber quitado a Momo por Pedro Vega (puestos a buscar rapidez y centros...), etc. Pero bueno, Lobera sabe lo que quiere del equipo y lo que hace. Su trayectoria se está empañando en estos últimos partidos. Cada vez hay menos gente que confía en su método. Y la historia se parece cada vez más a la que vivió Paco Jémez.

Los jugadores se fueron camino de Bilbao y nosotros camino del hotel. Estábamos afónicos, cansados y derrotados. Unas cervezas y discusiones sobre el encuentro (aparte de la final de la Copa de Europa) hicieron pasar la noche hasta que nos fuimos a la cama.

 Al día siguiente nos levantamos de nuevo con la moral alta y el ánimo intacto. Por delante teníamos una hora de guagua hasta el aeropuerto de Bilbao. Como no, volvíamos a las canciones, los cánticos y las risas. Somos de la Unión Deportiva. Si no nos hemos caído con lo acontecido durante años hasta ahora, es porque este escudo se nos queda grande a todos. Lo llevamos en la sangre.
Llegada al Aeropuerto de Bilbao
Llegamos a Bilbao, nos tomamos algo discutiendo de nuevo el partido del día anterior y llegaron los jugadores. No estaba el horno para bollos y tras alguna conversación breve y aislada, embarcamos rumbo a Gran Canaria.
Vuelo a Gran Canaria desde Bilbao
Este que les escribe aprovechó las tres horas de vuelo para escribir este relato. Los jugadores y el cuerpo técnico, sentado a la punta de alante, no recibieron visitas nuestras. Nosotros, al contrario, seguíamos charlando y riendo.

La verdad es que el hermanamiento entre nosotros y con la afición del Mirandés, hizo que valiese la pena el dinero y tiempo invertidos en el viaje.
Foto de grupo de todos los desplazados desde Gran Canaria
Un abrazo para toda Miranda y el gran grupo con el que viajé, Aitor Santana (@AitorGC89).
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