Si por el partido de Huesca fuera, pensaría que la UD necesitaba el punto del Alcoraz para lograr el objetivo. Si hubiese sido así pues hasta tendría cierta justificación lo visto en tierras oscenses. Pero la realidad es que la UD Las Palmas depende de sí misma, pero también de los resultados de la Ponferradina.
Y es la auténtica realidad, la lógica nos dice que nadie nos quitará el 6º puesto sino fallamos, obvio. Pero las sensaciones que aporta el equipo no son para nada convincentes, uno sufre el partido de la UD, ya no lo disfruta, mientras se desvela por las noticias que llegan donde la Ponfe está jugando o le queda por jugar.
La escuadra de Lobera ha ido mutando durante la temporada, y así lo he apuntado en otras ocasiones, pasó de un utópico sueño estival a una versión más pragmática pero sin perder un ápice del gusto por la estética, por el fútbol de violines y sabor a caviar.
Pero hace muchas jornadas, quizás desde la sobredosis de fútbol y goles que sufrimos ante el Girona en el Gran Canaria, que nada volvió a ser igual. Desde entonces la fuente de maná futbolístico parece que se ha secado, no hay afluentes que la alimente, aunque en ocasiones los genios del balón que visten el manto sagrado amarillo garabateen sobre el verde lienzo un fugaz "Oooh" que a veces acaba en gol.
No sabría si culpar al cansancio que se acumula en la maratoniana campaña de 2ª división, al vértigo que provoca pelear por las grandes gestas, a las dificultades que nos plantean los rivales, a las lesiones, las sanciones, o quizás un compendio de todo esto. Lo que no tengo duda es que, teniendo en cuenta todo lo anteriormente comentado, el centro del campo que plantea Sergio Lobera lo comanda Javi Castellano y Hernán, lo que nos espera en el partido es un yermo futbolístico. Ambos jugadores son generosos en el esfuerzo, en la entrega y la brega, pero a ellos no se le puede exigir que además de destruir sean capaces de crear. Músculo y cerebro se alimentan con el mismo combustible, pero no realizan las mismas funciones.
Duele, y mucho, ver la poca confianza que tiene Lobera en las aptitudes de David Glez, un jugador que, por carencias de la plantilla y por sus propias particularidades, se antoja como un elemento único, diferenciador de la plantilla amarilla y, casi se podría decir, en toda la categoría.
Los resultadistas dirán que esta es la hora de lograr resultados y olvidarnos de la estética, pero si siendo pragmáticos no logras lo que esperas ¿Qué te queda?.
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