Desde la Curva (#26): En el peor momento


Tristemente Miranda del Ebro quedará en la historia reciente de la UD Las Palmas reseñada en las páginas más funestas. El lugar donde se enterró  no sólo gran parte de sus aspiraciones de ascenso, sino también la credibilidad de todo un proyecto. Incluyendo jugadores y míster. Se le presupone a la plantilla de la UD por experiencia y por calidad con aptitudes necesarias para revertir casi cualquier dificultad, y al míster por formación y conocimientos por igual. No obstante se viene demostrando en las últimas jornadas que tanto unos como otros están superados por la situación, por la adversidad. El resultado obtenido por la Ponferradina  en la Nueva Condomina no hace sino aumentar aún más el desánimo, el desaliento, la decepción. Asoma por el horizonte las orejas de ese lobo al que algunos ya aventuran a llamar fracaso.

Es imposible negar que la UD se encuentra mal, bajo un estado irreconocible, que ha sufrido una segunda crisis de juego y anímica en el peor momento de la temporada. Aquel en el que todos calculábamos que sería nuestro momento para asaltar la 2ª plaza, ilusos que fuimos. Parece que olvidamos la batalla que presentan los equipos de abajo, los que se buscan la vida, cuando nosotros, hasta no hace mucho, peleábamos también allá abajo. 

Ahora las críticas, la mayoría despiadadas, de trazo gruesoy algunas alevosas, caen desde todas direcciones a un grupo humano que hasta hace poco era recibido con loas y alfombra rojas. Así de voluble son los estados de ánimo cuando van ligados a un balón, en un momento estás eufórico, en otro depresivo, en un segundo te sentís campeón, al siguiente eres el hincha más desgraciado del planeta. La bronca, el enfado, el cabreo que nos domina por dejar escapar lo que teníamos entre las manos es entendible y humano. Pero aún hay posibilidades, y como en el ciclismo, el que persigue, el que va a goma, tiene una ligera ventaja. Nos toca a nosotros devolver la moneda a la Ponferradina, o al menos intentarlo. Cierto es que sus rivales, aparentemente no son temibles, un Racing que lo tiene casi imposible para salvarse y el Lugo que jugará su partido con las cholas puestas y la toalla al hombro. 

Pero sólo fracasa aquel que no lo intenta, aquellos que abandonan y se dan por vencidos.  Toca levantarse, ignorar el dolor, hacer de la bronca energía para hacer palpitar el corazón. 
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