Un clásico no es un partido más, hay toda una carga detrás de él que le otorga ese sabor distinto al resto de partidos. Son esos añadidos históricos, políticos, sociales, económicos y también deportivos lo que le hacen diferenciarse de los otros encuentros del año. Se puede analizar el encuentro desde una perspectiva táctica, tirar de manual y analizar fríamente lo acontecido sobre el césped para intentar dar explicación al resultado, pero sería una forma vacua e incompleta de contar lo sucedido. La pasión, la excitación, el nerviosismo, la ilusión y también el miedo, el temor a perder, a fracasar ante el eterno rival son las emociones que mejor describen un clásico.
Y estas emociones se multiplican cuando más allá de la rivalidad regional, realmente hay objetivos tangibles en juego. Tanto UD Las Palmas como CD Tenerife, éste como invitado inesperado, están peleando por el ascenso que, junto con el resultado de la ida, provocaron una expectación inusitada. Esa exacerbación de la afinad a unos colores, que prácticamente colgó el cartel de no hay billetes con una entrada espectacular de casi 31.200 personas para un partido de 2ª división, fue uno de los argumentos capitales para explicar todo lo sucedido en el derbi. ¿Cómo si no se explica que llegaran al Gran Canaria 1.500 aficionados del CD Tenerife?, y pudieron ser muchos más. La victoria amarilla se comenzó a gestar desde la llegada de la guagua a Fondos del Segura, ese contacto visual y sonoro con la afición es la inyección de adrenalina, la chispa que prende, el elemento que desencadena la reacción química.
Momo se fajó y bregó como el que más. Foto: ©ArcadioSuárez & ©Canarias7.es |
Sobre el césped luego te toca lidiar con este CD Tenerife de Álvaro Cervera, equipo rocoso, áspero y hasta feo estéticamente hablando, la almendra amarga que te fastidia el rato. Aunque el conjunto de Sergio Lobera intentó llevar la iniciativa, costaba ante un rival que domina muy bien los entresijos del otro fútbol, sabe como presionar la salida, a quien rascar, cuando y cometer esas pequeñas faltas que te interrumpen tu aceleración y que te impiden tomar el ritmo de juego en el que te encuentras cómodo. Un equipo que espera, acechante, provocar el error del rival para acometer rápidas contras que en ocasiones son dentelladas dolorosas. Así se explica la conformación de los hombres que forman sus líneas, desde la zaga dura y expeditiva, a un centro del campo limitado en técnica pero sobrado en entrega que es una lanzadera para sus tres veloces atacantes que, sin destacar técnicamentes son capaces de desequilibrar gracias a su agilidad y capacidad para oler la sangre en el rival.
Quizás fue más regular en el partido el CD Tenerife, aferrado a su hoja de ruta conservadora es más fácil mantener el mismo nivel. Por el contrario, la UD sufría vaivenes en su juego, por momentos estuvo sólida en defensa, acertada en la combinación pero escasa de puntería tanto como hubo momentos de sufrimiento defensivo, de pesadez creativa y de nula aportación ofensiva. El estilo de la UD, o el que intenta al menos llevar a cabo tomando la iniciativa y elaborando juego, da pie a cometer más errores que el planteamiento de su rival el pasado sábado.
Impresionante estampa del Estadio de Gran Canaria. Foto: ©ArcadioSuárez para ©Canarias7.es |
A pesar de las ocasiones, de la pasión y de la intensidad, el partido en términos futbolísticos fue bastante feo, malo por momentos. Más allá de alguna ocasión, de algún gesto técnico individual (Momo y Suso con sus gambetas) hubo poco más para el deleite del aficionado. A pesar de ello hubo ocasiones en algunas galopadas (como la excelente salida con la que atajó Barbosa), algún balón desviado en jugadas a balón parado y poco más. Como en todos los derbis hubo polémica e incidencias, desde un lesionado por cada bando hasta entradas bastante expeditivas (en esto fue bastante permisivo el arbitro con la dureza con que se empleó el Tenerife al comienzo del encuentro).
Estos partidos están abonados a forjar leyendas, a modo de poemas homéricos que escriben historias de héroes que son recordados para siempre y por todos los tiempos. Y ahí surge la testa de Vicente Gómez en el último minuto, momento que le abre las puertas de par en par del Olimpo amarillo con un gol que rompió el statu quo de un partido que parecía irrevocablemente designado a acabar en tablas. Su salto, su escorzo en el aíre, sus lágrimas de emoción y la explosión de alegría que provocó ya forman parte de la historia amarilla. Un gol que restaña la herida del Heliodoro, un gol que acerca a un sueño, un gol que da vida, alimenta sueños y esperanzas. Un tanto para recordar y no olvidar jamás.
Resumen del partido. ©MediaPro y ©GolTV
Galería fotográfica del encuentro.
Recopilación de los diferentes medios de prensa.
Galería fotográfica de la crónica ambiental.
Recopilación de los diferentes medios de prensa.
Foto Portada: ©ArcadioSuárez para ©Canarias7.es
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