Se la temía antes del viaje a Alicante, y con pavor se la menciona ahora mucho más tras la derrota en el Rico Pérez. El encuentro ante el Hércules deja como resaca un debate sobre una herida abierta que deja al descubierto una de las debilidades más francas de Las Palmas. El conjunto de Sergio Lobera sufre de una dependencia casi total de Apoño para obtener resultados positivos, y ahí están los números que lo demuestran. Sin él es incapaz de ganar y con su participación jamás ha perdido, por tanto, las cuentas son claras. ¿Cómo el equipo no va a sufrir esa dependencia?. Parece que se ha olvidado que se consideraba incompleta la plantilla hasta la llegada, fuera de tiempo, del malagueño. Una carencia, una necesidad que la entidad amarilla había sido incapaz de cubrir, satisfacer y corregir desde la marcha de Roberto Trashorras.
Su llegada al equipo se interpretó como la columna maestra que soportaría a todo el equipo, es él quien a través de su experiencia, su carácter y sus aptitudes para la dirección del juego, descifra los galimatías del juego que surgen en la disputa, él es quien aporta el equilibrio, la coherencia y el criterio que siempre ha necesitado el equipo amarillo. Y todo a pesar que en los últimos partidos ha estado bastante gris, con penal fallado inclusive, es un jugador que aporta normalidad al a veces alocado juego amarillo, es la referencia sobre el campo, el mejor socio posible para Vicente, Masoud o Valerón.
No está claro si el jugador estará disponible para el siguiente partido ante el Mirandés, y en la mente de Sergio Lobera debe estar cociéndose el Plan B, aunque no estaría mal tener hasta un C y un D. Partiendo que como Apoño no hay otro igual en el primer equipo, ni siquiera similar, habrá que buscar entre la materia disponible recursos que palíen su ausencia. Las alternativas son claras desde una doble pivote de contención entre la terna Vicente Gómez, Hernán y Javi Castellano, retrasar a Juan Carlos Valerón e incluso hasta el regreso al medio de Nauzet Alemán. Y siempre quedará, como no, mirar abajo y buscar en ese caladero que es el filial amarillo que comanda Víctor Afonso con maestría.
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