La cantera es una moneda de uso común en el fútbol. Para todo aficionado una cuestión de orgullo, pertenencia y lazo irrompible con el club y con su tierra. Pero para la mayoría de las directivas se trata de un recurso más al que sacar rendimiento, un as bajo la manga en situaciones de crisis económicas o deportivas, un slogan electoral ("Zidanes y Pavones") o una molestia cuando no produce valores (ni en dinero ni en jugadores) que justifiquen (sic) su existencia. Y de esto último saben mucho a orillas del Manzanares con Jesús Gil de presidente.
La Unión Deportiva abrazó, con Miguel Ángel Ramírez al frente, un proyecto de cantera tras un asalto fallido a la máxima categoría forzado por su promesa de hacerlo en cuatro temporadas tras regresar del pozo de la Segunda B. Aquella fallida empresa tuvo un costo muy alto en las arcas amarillas,y de las propias de Ramírez que luego se cobró del traspaso de Salomón Rondón. Las circunstancias económicas internas, aún en pleno proceso concursal, y la coyuntura global inmersa en una crisis galopante, puso de nuevo en el punto de mira al futbolista forjado en el semillero amarillo como principal protagonista de los proyectos venideros.
Primero con Sergio Kresic, luego con Paco Jémez, y más tarde con Juan Manuel Rodríguez, se fueron sucediendo distintas promociones con jugadores con rendimiento desigual (Jonathan Viera, Vitolo, Vicente, Aythami Álvarez, Juampe, etc...). A la par, el club abogaba por recuperar a ex-canteranos que habían realizado carrera lejos del paralelo 28 (Jorge Llarena, Pedro Vega, Guayre, los gemelos Castellano, entre tantos otros).
En las dos temporadas de Sergio Lobera con el club en disposición de pelear el ascenso con más argumentos que los simples anhelos y las urgencias históricas, los regresos de jugadores muy contrastados como Momo (llegó una temporada antes), Valerón o Nauzet Alemán conformaban una plantilla experimentada y con suficiente calidad con aroma a cantera. Pero no fue hasta la llegada de Paco Herrera que, en conjunto con una acertada política de fichajes, se logró el deseado equilibrio cualitativo entre cantera y fichajes.
Con Herrera varios canteranos tuvieron por primera vez una auténtica confianza en sus posibilidades que refrendaron con su rendimiento y entrega sobre el campo. Jugadores como Roque Mesa y David Simón, son los casos más destacados. El lateral derecho, que durante mucho tiempo reclamaba su merecida cuota de protagonismo en el primer equipo, veía pasar las pretemporadas desde el ostracismo asumiendo con abnegación ser relegado nuevamente a Las Palmas Atlético e incluso con cesión al extinto Vecindario (temporada 2011/12).
Todo cambió la pasada temporada, cuando a una edad tardía para su proyección (25 años), se destapó en su primera temporada como profesional. A pesar de sus cualidades no partía la pretemporada como titular, ante la lesión de Dani Castellano y la baja forma de Christian, tuvo que ser colocado Ángel López como lateral zurdo y ahí tuvo Simón ante sí, la suerte, la oportunidad que tantas veces le fue esquiva. Una irrupción desde el lateral derecho que según acumulaba experiencia se fue convirtiendo en imprescindible para Herrera y los suyos. Rápidamente Simón se convirtió en uno de los preferidos del entrenador y de la grada no sólo por su calidad, sino por su compromiso y entrega sabedores del largo camino recorrido plagado de desconsideraciones.
Con el ascenso en una mano y el premio al mejor lateral derecho de la temporada de la división de plata en la otra, las alarmas saltaron en Pío XII, su contrato acaba y las posturas para una renovación se encontraban alejadas. Por primera vez en mucho tiempo el jugador tenía el control de la situación y a pesar de ello, en Pío XII seguían valorándolo como un "simple canterano", no como uno de los principales activos tanto económicos como deportivos. Arduas y prácticamente "televisadas" han sido las negociaciones, con desencuentros e intentos estériles de imposición del club de sus condiciones (¡Bendita intervención de Paco Herrera!).
Por primera vez en mucho tiempo, la UD Las Palmas se ha rascado el bolsillo para renovar muy al alza a un canterano, apresurada por el interés de otros clubes, presionada por la masa social amarilla disconforme con la evolución de las negociaciones y con la convicción que no podía dejar escapar a uno de los mejores valores de su cantera.
¿Qué es un proyecto de cantera? ¿Acumular jugadores surgidos de las inferiores en la plantilla? ¿Repescar a veteranos ex-canteranos en el ocaso de sus carreras? ¿Apostar todo a la única carta que tu situación económica te obliga?.
Simón no es sólo un canterano, es un futbolista profesional que, si la UD lo hubiese fichado de otro equipo, no hubiese regateado tanto en las condiciones de su renovación. Si se hubiese dejado escapar a Simón, no habría habido proyecto de cantera. Proyecto de cantera es esto: apostar y valorar al jugador surgido de ella.
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