Las Palmas logró la victoria en Chapín en una demostración de músculo competitivo superando las adversidades que se le fueron presentando, algunas con relativa facilidad y otras no tanto.
No es en la calidad del juego donde se cimenta la credibilidad del proyecto amarillo. Hace ya muchas jornadas que el pragmatismo se hizo dueño del conjunto de Lobera. A veces condicionados por las lesiones, otras por las sanciones y algunas por los rivales, las demostraciones de lírica futbolística, como la vivida en aquella primorosa tarde ante el Girona, debemos de degustarlas como un regalo de la afición, un gesto de cara a la galería pero no el fin último del equipo. Aún así, es tanta la calidad, la declinación por el fútbol vistoso y prolijo que emana de la camiseta amarilla y quienes la portan que, de tarde en tarde, entre tantos nubarrones surgen rayos de luz que dan calor y reconfortan.
¿Cómo es posible entonces que la ilusión con el equipo esté desbordada? ¿Dónde se origina esta fiebre amarilla que inunda las calles? Si el equipo no enamora ¿cómo es que el aficionado suspira de anhelo cada fin de semana? Supongo que nadie reniega del gusto a caviar, nadie hace ascos al buen fútbol, pero el aficionado amarillo, tradicionalmente de paladar negro, ha caído rendido ante las innumerables muestras de compromiso, profesionalidad e identificación con el proyecto de la plantilla que comanda Sergio Lobera. Ya no se siente distinto con los jugadores que le representa, los ve como uno más de ellos, una total identificación.
Sergio Lobera se ha ganado el reconocimiento del entorno del club, y de más allá del paralelo 28, gracias a un discurso coherente y sincero, con las premisas del buen trato al balón, pero que no tiene remilgos si las cosas no vienen bien dadas para ser más ortodoxos en la búsqueda de la victoria. Cuestionado al comienzo de la temporada, discutidas algunas de sus decisiones cada fin de semana, el joven entrenador está doctorándose en un club con un nivel de exigencia más alto de lo que aparenta. Pase lo que pase al final de temporada, su nota será alta tras haber cambiado la deriva derrotista de una entidad y afición encalladas al pasado que ahora mira con ilusión al futuro.
ConversionConversion EmoticonEmoticon