LA CARA B II U.D. LAS PALMAS - S.D. EIBAR




Se instala de nuevo el pesimismo: La noria de sensaciones en la que se ha convertido la Unión Deportiva en estos escasos dos meses de competición se vuelve a situar en su estado menos ilusionante. En la segunda final que disputábamos contra equipos de "nuestra liga" el equipo volvía a ceder los tres puntos frente a un rival que, con las ideas muy claras, supo desarbolar el esquema de Paco Herrera y llevarse el máximo botín del E.G.C. Lógicamente la jornada siete no puede ser una fecha propicia para sacar conclusiones, máxime cuando el equipo había dado hasta ahora - salvo en el partido del Rayo - buena imagen en todos sus encuentros.  Sin embargo, más de un aficionado prefiere pasar por alto la trayectoria reciente del equipo y basarse en la derrota del sábado para predecir un descenso cantado. No debe ser esta la actitud de la parroquia amarilla, puesto que desde el principio ya se sabía que esta temporada iba a ser muy dura para un equipo cuyos jugadores en gran número debutan en la categoría y cuya historia reciente no ha discurrido precisamente en la más alta instancia del fútbol español. Recetemos pues a nuestros contertulios la paciencia necesaria para digerir  la actual posición del equipo en la tabla - en puestos de descenso por primera vez en la temporada - sin caer en la polaridad emocional y ayudar entre todos a revertirla de manera que el objetivo de la permanencia quede, entre todos, cada vez más cerca.

Precisión y equilibrio: Tal y como apreciábamos en la crónica del partido, estas fueron quizás las dos carencias más importantes de un equipo que llegó a la portería contraria el doble de veces que el rival pero que acabó perdiendo por dos goles de diferencia. Respecto a la primera, resulta altamente preocupante que un equipo que remata hasta en 18 ocasiones no haya conseguido ni un solo gol. Lo intentaron por todos los medios Jonathan Viera y Roque Mesa, pero ninguno de los dos estuvo afortunado en el remate final - aunque sí en el global del partido -. Menos activo estuvo durante el partido Araujo, que recibió un marcaje especial por parte de la defensa armera. Tampoco los recambios ofensivos que entraron en el terreno de juego, El Zhar y Willian José, supieron llevar serio peligro a la meta de un Asier Riesgo, que detuvo sin problemas los únicos cuatro tiros que fueron entre los tres palos de los 18 comentados anteriormente. 
Y si la delantera no anduvo fina, tampoco la defensa mostró la firmeza de los últimos encuentros, condicionada por las importantes bajas de Hernán y Alcaraz. A pesar de contar con mayor número de efectivos en la retaguardia daba siempre la sensación de que el Eibar llegaba en situación de superioridad al área local, dados los desajustes defensivos de los que hicieron gala los amarillos y que tuvieron su máximo exponente en el primer gol, donde Pedro Bigas y Dani Castellano mostraron una indolencia preocupante a la hora de despejar un balón que se paseó por delante de ellos y que, finalmente, fue empujado cómodamente a la red por el ex-amarillo Saúl Berjón. 

Apareció Wakaso: Una de las pocas notas positivas del encuentro fue la actuación de Wakaso Mubarak. El ghanés, que ocupó el doble pivote junto a Culio, cuajó un gran partido y estuvo pletórico en el apartado físico. Sin embargo, su precipitación le llevó a recibir la cuarta cartulina amarilla de la temporada - sale a una por partido - y ya está cerca de la sanción por acumulación de tarjetas. No aportó el equilibrio y coordinación que otorgan Hernán o Javi Castellano con su rigor táctico, pero si una entrega incondicional que tuvo su claro reflejo cuando en el minuto 94 corrió más de 20 metros detrás de Keko para enmendar un error suyo en la entrega y evitar un remate claro que hubiera podido suponer el 0-3 para los armeros.

El misterioso caso de Jonathan Viera: El menudo delantero de La Feria tuvo una actuación destacada en el partido, aportando la chispa que le caracteriza y realizando jugadas de gran mérito - apareciendo desde cualquier parte de la zona de ataque - en las que sorteaba rivales como si estuviera jugando a la Play Station. Y todo ello cobra más mérito aún teniendo en cuenta el lamentable estado del césped. Sin embargo, sigue dejando mucho que desear en la definición, tanto a balón parado como en la finalización de jugadas. Parece sumido en la precipitación propia del que quiere asumir la condición de líder aportando los goles que necesita el equipo. Quiere lanzar todos los lanzamientos directos, pero ninguno de ellos alcanza si quiera la portería, y tampoco está especialmente acertado en las faltas laterales. Tendrá trabajo el míster para recuperar las altas tasas de puntería de las que gozó Viera en el tramo final de la temporada pasada, cuando salía casi a gol por partido formando una sociedad letal con Araujo.  

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