El premio de la Fe. De entrada todos los partidos tienen 90 minutos, y cualquiera de ellos sirve para ganar o perder un encuentro. La UD buscó desde el minuto 1 hasta el pitido final el gol que rompiera el arcaico, pero efectivo, esquema pepinero. Las ocasiones se iban acumulando pero ninguna se materializaban, a veces por errores propios en otras por aciertos del rival. Cuando la desesperación era el ánimo general y la injusticia se hacía material, llegó el gol de Asdrúbal que rompió de un golpe todas las cadenas que nos había puesto el Leganés.
Leganés, el antifútbol. Un rival duro, en ocasiones excesivamente, que estuvo todo el encuentro dinamitando la obra del rival, sin generar nada propio. Sus aproximaciones basadas en contragolpes rápidos y muy verticales en pocas ocasiones fueron efectivos. Si se hubiese dado otro resultado que no fuera la derrota sería una oda la injusticia. Tan poco fútbol, tan paupérrima propuesta, no se merece premio alguno. Noventa minutos realizando un gran esfuerzo físico en no crear nada para no tener nada. Los técnicos como Garitano se lo tendrían que hacer ver.
Asdrúbal, el premio a la constancia. El delantero de Guanarteme se merecía una noche como esta, volver a ser el protagonista de las tapas de los periódicos, ser la imagen de las victorias amarillas. Su trabajo, su esfuerzo y su dedicación se merecía un premio como un gol de oro. De oro por los 3 puntos, pero también por la ejecución, donde amaga y busca el hueco que haga que el balón bese la red sin rebotar en el bosque de piernas.
Nauzet Alemán, se reconcilia con la grada. El de ayer fue uno de los mejores partidos que se le recuerdan al de Las Mesas. Muy activo durante todo el partido, fue parte importante de todas las labores ofensivas y prestaba su esfuerzo para las tareas defensivas en apoyo a sus compañeros. En sus botas tuvo algunas ocasiones de gol que no pudo materializar. Se vistió de Valerón para asistir a Araujo de forma prolija.
Culio, fuera de lugar. Para dar cabida a Vicente Gómez como titular el argentino acabó escorado en la izquierda. Una posición que merma su peso en el juego amarillo y desde donde su impetu, garra y carácter se diluye. El mejor Culio ha surgido cuando el juego pivotaba sobre él. Siempre generoso en el esfuerzo y en el trabajo, no tuvo su mejor día y acabó siendo sustituido.
Vicente Gómez, titular. Se buen trabajo en los últimos partidos tuvo premio ante un rival que se sabía iba a plantear un partido muy físico con reminiscencias al empatado al Mirandés. El nº4 realizó una importante labor de desgaste desde la media punta, llegando con poco acierto a la 2ª línea para rematar.
Araujo, el gol le esquiva. El argentino está pasando por una sequía goleadora evidente, antes marcaba casi sin querar, y ahora anda reñido con el gol. El delantero sigue disfrutando de muchas ocasiones pero no está siendo certero de cara al gol por aciertos del rival o por pura mala suerte. Muestra su madurez cuando se recupera rápidamente tras una ocasión fallida y no se queda resignado con los brazos caídos y la mirada baja. Sigue trabajando como siempre, el gol llegará.
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