No es fácil asumir la situación actual de la UD Las Palmas, un equipo conformado y llamado para grandes batallas y mayores logros que está fracasando estrepitosamente. Un conjunto de individualidades incapaces de converger para lograr una mejor versión. El Loberismo, esa sinergia que capitalizó toda la ilusión y el renacer del equipo la temporada pasada, no fue un movimiento homogéneo, desde el comienzo tuvo sus fisuras, sus detractores (a día de hoy muchos más) y no toda su evolución fue cuesta abajo y rodada.
Como sí lo está haciendo ahora la trayectoria del representativo amarillo, un equipo en caída libre, en barrena que se precipita al vacío. Las cuentas oficiales tienen sólo presente las diferencias con los equipos punteros (insalvables desde el puro y simple argumento futbolístico actual), pero realmente estamos más cerca en puntaje del abismo que del ansiado paraíso. La plantilla amarilla luce con lustre nombres propios de la máxima categoría, finos estilistas que deberían enhebrar oro en cada jugada pero que son incapaces de elaborar la acción más básica y primigenia quedándose todos en evidencia.
LA SD Eibar es el flamante líder de la categoría un EQUIPO con mayúsculas que ha sumado el esfuerzo colectivo de unos valores individuales mediocres para lograr una suma superlativa que ha lanzado al equipo a la primera posición. Todo lo contrario que la UD, un equipo con estrellas rutilantes que son incapaces de sumar, pero que restan jornada tras jornada con su desidia futbolística posibilidades reales de ascenso.
Y no me olvido de la figura del míster, que despierta en mí admiración por su pose y sus ideales futbolísticos, pero que me espanta su incapacidad para leer en tiempo real el compás del partido y los, llamemosles biorritmos, de su plantilla. ¿Aranda titular? ¿En serio?. No es el único culpable de este fracaso, pero sí uno de los importantes. Posiblemente su cese por otro entrenador no solucione de inmediato los problemas, pero es necesario una detonación dentro de ese vestuario que genere nuevas energías y movimientos que den como resultado una nueva sinergia que reanime a este plantilla. El primer paso para montar un equipo es trabajar y pensar como tal. Y a día de hoy cualquier parecido a un equipo en ese vestuario es pura casualidad.
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