A veces puede parecer que el aficionado amarillo venera en exceso la figura de Paco Herrera, pero la percepción de algo o alguien está irremediablemente adulterada por la comparación con homólogos anteriores y sobre todo cercanos en el tiempo. En este caso, una de las grandes virtudes de Paco Herrera coincide con uno de los errores que más se le achacaban a Sergio Lobera: la gestión de los cambios. El aragonés intentaba ser tan revolucionario con su forma de realizar las sustituciones, que se complicaba la vida. Más aún teniendo en cuenta las ocasiones en las que la Navaja de Ockham impone su lógica.
El otro día el catalán dio una clase de cómo desatascar un partido, con el agravante de tener un jugador menos. Previendo un choque trabado, el míster optó por poner un once un tanto conservador, seguramente con la intención de controlar una de las mejores virtudes de los vascos: los balones por alto, cruciales en los encuentros engorrosos. Así conseguiría el control del partido, para después finiquitarlo en cualquier contra o jugada pasada de revoluciones. El partido previsiblemente se trabó y en ese terreno el alavés se mostró con mayor experiencia y soltura, con el beneplácito del árbitro, todo sea dicho.
Con el encuentro embarrado, el marcador en contra y en minoría, decidió sacar a dos jugadores que generan espacios y a un puñal, para de paso desahogar la sufrida banda izquierda. Desde fuera podemos pensar que no era la solución más segura, a tenor de la larga lesión de Dani y la falta de minutos de Viera en el Standard. Sin embargo, quien mejor conoce sus estados de forma es su entrenador. En cualquier caso, perdiendo y con uno menos había que arriesgarse con la variable que más potencial tenía.
Así fue, y gracias a eso la Unión Deportiva consiguió un punto de oro en un campo difícil, incrementando de esta forma la distancia con el tercero, que es lo que verdaderamente nos debe importar. Todo esto a pesar del doble rasero de un colegiado que sacó las mismas tarjetas amarillas a cada equipo (cuatro), cuando los vitorianos hicieron más del doble de faltas que los canarios, 32 y 15 correspondientemente. Respecto a las dos tarjetas de Roque, la primera sin duda no fue, siendo especialmente sangrante que sucediera en el minuto dos, ya que fijó un listón muy bajo para posteriormente saltárselo de forma reiterada.
Con la ausencia de Roque, el centro del campo amarillo es el principal damnificado para el partido del Llagostera, entre lesiones y sanciones son cuatro los jugadores de esta zona que no podrán viajar a Girona. Menos mal que Herrera ha demostrado ser un un gran gestor de recursos humanos, analizando virtudes y defectos de sus jugadores con un gran ojo clínico para detectar lo que le falta al equipo en cada momento. De ahí que 13 de los 43 puntos hayan sido logrados gracias (total o parcialmente) a goles decisivos marcados durante los últimos treinta minutos, cuando ya se habían realizado cambios.
Asimismo, muchos de los jugadores que salieron en la segunda parte fueron cuanto menos importantes en esas gestas: El Flaco contra el Racing abrió huecos con sus pases; Héctor ante el Sporting desplazó al central haciendo que el chino rematara libre de marca; y por su parte Asdrúbal, Vicente y Viera marcaron goles decisivos frente a Leganés, Valladolid y Alavés respectivamente. De esta forma, Cho´Paco ha demostrado que se pueden ganar o empatar partidos desde el banquillo. Que sabio es el refranero y que odiosas algunas comparaciones.
Foto portada: © laprovincia.es
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