"Ilusión interruptus", o lo que es lo mismo, ilusión parada, detenida, cortada. Han valido los primeros 90 minutos de juego, que acabaron con un resultado adverso, para que aflore una ola de pesimismo alrededor del equipo. No entiendo esta reacción a pesar de la mala imagen que se transmitió. Si un aficionado amarillo pide a estas alturas de temporada, con una plantilla a medio completar y con tácticas nuevas por memorizar, resultados inmediatos, debe ser la persona más exigente y/o el mayor de los ilusos del mundo.
El término ilusión viene del latín "ilusio" que significa engaño, de ahí se entiende las derivaciones castellanas de ilusionista (el que hace arte del engaño) o iluso (persona muy fácil de ser engañada). Podemos entender que el fichaje de Valerón es un truco de ilusionista, proyecta una imagen que el flaco jugador por sí sólo no puede, ni debe, generar. Si algún aficionado pensó que con el talentoso jugador la UD ya era candidata indiscutible al ascenso se dejó engañar. Valerón tiene que ser la guinda del pastel, el toque de elegancia de una masa más compacta a la que aún está por añadir ingredientes y que ni siquiera aún está horneada.
A nadie se le debería escapar que la pretemporada ha sido más bien pobre en su programación, en los rivales enfrentados y en la confección de la plantilla. Como ya señalábamos en la previa y en la crónica del partido ante el Depor, la competición ha comenzado pero para la UD la pretemporada continuará unas semanas más. Y será a pesar de que el próximo sábado en Mendizorroza se logre la victoria. A la espera de encontrar en el tramo final del mercado gangas a precios de saldo en forma de jugadores experimentados y contrastados que impulsen el salto cualitativo de la plantilla, habrá que bregar con los jugadores disponibles para evitar perder puntos que lastren las aspiraciones amarillas.
El término moderno de ilusión (entusiasmo, alegría) es al que nos aferramos sin ninguna duda, la temporada acaba de comenzar y toda las aspiraciones están intactas. De loco sería dudar del equipo por un partido, malo, sí, pero un único partido. Y el aficionado amarillo es experimentado, como pocos, en los vaivenes de la competición, siempre luchando con el peso de la historia, con la aspiración inherente de estar en la élite, pero también de buscar el camino en la niebla, la luz en la sombra. En el fútbol, al igual que algunas palabras, no todo tiene un único significado.
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