Se cumplió el objetivo. Las sensaciones en las distancias cortas es que se logró con más pena que gloria, pero habría que mirarlo con la perspectiva de las 42 jornadas y no sólo con el último mes y medio de competición. Desde Grada Curva siempre hemos afirmado que la crítica y/o la opinión son totalmente compatibles con el aguante. Nunca defenderemos una única postura porque creemos que esta es incompleta y tiene una limitada visión de la realidad.
Y la realidad vista ayer en la Nueva Condomina era la de un equipo carente de fútbol, huérfano de creatividad y totalmente abandonado al azar, a la espera del golpe de suerte que llegara desde Lugo. Los últimos 20 minutos de partido prestábamos más atención a lo que sucedía en el Ángel Carro que en el propio partido de la UD. Conscientes en todo momento que el pasaje para el Play Off sería emitido desde tierras gallegas y no murcianas. Habrá que agradecerle a Mauro Quiroga los servicios prestados, aún incluso no siendo parte de la plantilla de la Unión Deportiva.
Sergio Lobera planteó un partido ante el Murcia en busca del equilibrio que diera solidez defensiva (con la sorpresa de un Murillo suplente) y la intención de volver a repetir los primeros 45 minutos ante el Numancia en el Estadio de Gran Canaria. Primera parte aquella donde se recuperaron los argumentos futbolísticos de creación y asociación. El plan salió a medias: sí se consiguió cierta solidez defensiva, es más, el gol llegó de falta en tiro libre ejecutado por Matilla de forma excepcional; pero la UD siguió empantanada en esa laguna carente de fútbol donde lleva instalada desde hace muchas semanas.
El técnico aragonés presentó casi el mismo once titular con el obligado cambio de Vicente Gómez por sanción dando entrada a Javi Castellano y las variantes que propuso. Javi Castellano estuvo correcto en las labores de contención, su rol es defensivo y su influencia en la creación es limitada. Su acompañante en la media, Nauzet Alemán, el designado por Lobera como el jugador dinamo del equipo está en una preocupante bajón de juego. Incapaz de coordinar el juego, muestra su crispación debatiéndose en guerras estériles por todo el terreno de juego con los rivales y peligrosos intercambios dialécticos con el árbitro de turno. Nauzet es un jugador comprometido y de sangre caliente, pero portar el brazalete de capitán es una responsabilidad demasiado grande como para asumir que debe mostrar más templan en sus acciones.
Por otra parte, no deja de ser curioso que tres hombres capitales en la consecución del objetivo como lo son tanto Thievy y Chrisantus, que con sus goles han sostenido al equipo, y Jeison Murillo con su calidad en la zaga, sean ahora carne de banquillo. Éste último quizás esté pagando su relajación en el último tramo, ya que la excesiva confianza en sus aptitudes habían mermado su rendimiento. En el caso de los delanteros ambos jugadores han tenido un rendimiento óptimo, pero no han dejado de estar en el punto de mira del entorno amarillo por las ocasiones marradas por ambos. En el segundo momento crítico del equipo Lobera ha vuelto a recurrir a los dos mismos hombres que propiciaron con calidad, inteligencia táctica y goles la remontada en el primer tramo de la temporada. Momo, tras unas semanas entrando como revulsivo desde el banquillo, ha vuelto ha adueñarse del flanco diestro. Por su parte Javi Guerrero, ha pasado de un papel completamente secundario a titular con la exigencia de generar fútbol entre líneas.
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Aunque eso no es lo más preocupante, lo es quizás aún más el constatar que ni el técnico ni los jugadores encuentran los argumentos, ni las vías para escapar de este peladero futbolístico. Y si en la ruedas de prensa y entrevistas la retórica es la correcta, autocrítica y confianza en las propias aptitudes, la demostración sobre el césped no está en consonancia a las declaraciones de los protagonistas. Hay momentos en los que el grupo se muestra frágil, tibio y totalmente superados por las circunstancias, hecho que sorprende cuando en el mejor tramo de la temporada a nivel nacional fueron reconocidos como dominadores de la “zona Cesarini”como signo inequívoco de fortaleza mental. Incluso se hizo eco el diario el País de la contratación de los servicios externos de un gabinete de psicólogos que impulsaron al equipo en su parcela anímica. De dicha fortaleza mental ya no queda rastro.
No obstante, aunque las sensaciones que dejó el equipo ayer deberían ser incompatibles con los anhelos de ascenso, la auténtica realidad es que la competición liguera ha terminado, y ahora comienza otro torneo. Un breve torneo del K.O. en el año donde la U.D. Las Palmas ha tenido una buena campaña copera que resultó, de forma paralela, a medias como campo de pruebas y revulsivo en los mejores momentos del equipo entrenado por Sergio Lobera.
Este es el momento clave donde la unidad del club con su entorno se tornan vitales para la consecución del ascenso. Y todos tienen que ceder, ofrecer y dar para conseguir el bien común. Sí, el final de la Liga ha sido complicado, tortuoso y decepcionante en parte, pero se consiguió el objetivo marcado. Toca realizar borrón y cuenta nueva, comienza un nuevo campeonato con el mejor de los premios: el ascenso.
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