La familia Alsina ha protagonizado un caso insólito tras ascender al fútbol profesional a un equipo de los llamados "de pueblo", de un municipio de apenas ocho mil habitantes, y no a base de talonario sino de mucha voluntad, imaginación y constancia.
Foto: Sport.es |
Fue en la temporada 2004/2005, coincidiendo con la llegada de Oriol Alsina al banquillo, cuando comenzó la fulgurante trayectoria de ascensos de un club perteneciente a un municipio gerundense de poco más de ocho mil habitantes, dedicados principalmente a la industria del corcho y de piensos para la ganadería. En 2008 se produjo la llegada de Isabel Tarragó que ha conseguido con muy pocos recursos económicos y materiales algo que muchos clubes de capitales de provincia y presupuestos suculentos no han podido materializar, estar entre los mejores cuarenta y dos equipos del Estado.
Alsina no se ha conformado solamente con la dirección del Llagostera en el banquillo y la pasada temporada ya actuó también como Secretario Técnico del Girona, club que ha dejado este verano por injerencias con el nuevo consejo de administración y con el Palamós, equipo de la Tercera División y localidad donde el equipo azulgrana jugará los partidos de casa en esta temporada.
Un club con compromiso político.
En una comarca de fuerte arraigo independentista, la U.E. Llagostera no ha ocultado su carácter catalanista participando en campañas a favor de la oficialidad de la selección catalana de fútbol o por la independencia de Catalunya con la creación de camisetas con la estelada en partidos no oficiales como la Copa Catalunya.
Todos estos aspectos hacen de este club uno de los más singulares e insólitos que se recuerdan y que hacen que el fútbol profesional sea algo más que el trasiego de traspasos millonarios.
Foto: Vavel.com |
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